Crisis de identidad

Es ya un clásico dentro de esas conversaciones en las que se empieza a conocer a alguien, y ese alguien pregunta “qué música te gusta”, que la respuesta sea un recurrente “a mi me gusta de todo”, cuando en realidad lo que esto viene a decir es algo así como “me gustan tantos estilos de música que por no ponerme a enumerar te digo que: “a mi me gusta de todo””.

Desde hace poco tiempo empecé a cogerle aprecio a un grupo a partir de este video que vi:



A pesar de que su estilo Pop Rock Indie no se asemeje para nada con lo que normalmente suelo escuchar, me habían conseguido entrar por los oídos esquivando prejuicios y valores. El grupo en cuestión es Vetusta Morla.

Con motivo de las fiestas de San Antonio de la Florida, Vetusta Morla dio un concierto el pasado miércoles al que me animé a ir para ponerle cara a todas las letras que llevaba escuchando durante esa semana. Tenía que madrugar al día siguiente, y el hecho de que empezaran con más de media hora de retraso, supondría más de media hora de sueño acumulado para el día siguiente. Un mal comienzo sin que ni siquiera comenzaran.

Arrancó el concierto y me gustaba lo que oía. Me gustaba como llevaban la música de estudio al directo y además el sonido no estuvo mal… hasta que un simple gesto con el cuello supondría el problema. Mi problema. Y no lo tuve con el grupo en concreto, ellos, insisto, estuvieron bien, pero fue mirar a la izquierda, y luego a la derecha para darme cuenta que estaba rodeado de una mayoria de chicas que iban vestidas normales, sin piercings, sin tatuajes, sin pantalones anchos, y cantando todas y cada una de las canciones del repertorio.

Acostumbrado a ver en estos vistazos a un montón de tios grandes melenudos bebiendo cerveza y sacando los cuernos, el cambio fue bastante significativo y desde luego no pasó desapercibido para mí y no porque fuera peor, sino porque era diferente y lo diferente a veces desconcierta.

Desde aquí mi reflexión viene a ser que no hay dejar que el desconcierto se extrapole a los prejuicios (qué bien hablo, joder), que nos limitemos a disfrutar de las canciones que nos gustan y ya. ¡Yo lo he conseguido!.